Tras el reciente órdago de Marcelo Ebrard, en el que amenazó con abandonar Morena si no se repetía la encuesta que aupó a Claudia Sheinbaum como candidata presidencial, el partido y la oposición observan con expectación el curso de los acontecimientos.
Desde su denuncia de irregularidades en la interna de Morena, Ebrard ha anunciado la formación de un «movimiento político nacional» y ha emprendido una gira por el país. El ex canciller busca, según sus palabras, ejemplificar la lucha contra las prácticas corruptas y clientelistas en el partido fundado por López Obrador.
En Morena, desean que el conflicto termine pronto, mientras que en la oposición, reconocen acercamientos con Ebrard. La gran incógnita es si Ebrard competirá por la presidencia en 2024 y, en caso afirmativo, con qué partido.
Las acciones de Ebrard se asemejan a las de su mentor político, Manuel Camacho Solís, quien lanzó una campaña paralela en las elecciones presidenciales de 1994 tras sentirse desplazado en el PRI.
Esta estrategia culminó en una ruptura política. En el caso de Ebrard, se espera que tome una decisión pronto, aunque aún no se sabe si aceptará el cargo de coordinador de la bancada de Senado, como se acordó antes de la interna.
El círculo cercano a Ebrard también ha explorado la posibilidad de que se una a Movimiento Ciudadano (MC), aunque no descartan otras opciones.
A pesar de que públicamente ha rechazado la idea, las conversaciones con MC siguen abiertas. MC valora la incorporación de Ebrard, y el excanciller podría estar considerando esta opción como un camino hacia su futuro político, así como una vía para negociar con Morena en el próximo sexenio.
Mientras tanto, la incertidumbre sobre el rumbo de Ebrard continúa afectando a Morena y a la política mexicana en general.